5 Pasos para crecer espiritualmente en …. Mi relación con Dios

Por Ma. del Socorro Pérez Pérez, fsp

En nuestra vida solemos pasar por momentos de dolor, angustia, desesperación, enojo y muchas otras emociones que nos quitan la paz, la armonía interior y la felicidad de vivir.
Ante todas esas experiencias difíciles, nada mejor que dirigirnos al Médico del alma y cuerpo que nos conoce mejor que nosotros mismos, porque para Él, ninguna enfermedad o dolor son imposibles de curar y sanar completamente. Efectivamente, estimado lector, me refiero a la Palabra de Dios que tiene el poder maravilloso de transformarnos en mejores seres humanos y espirituales.

A continuación te ofrezco cinco pasos para entrar en relación con Dios cuando estés pasando por alguno de esos momentos en los que te parece que no hay respuesta ni remedio posible y mucho menos al alcance de tu mano.

1. Identificar el tipo de preocupación, dolor o molestia que te aqueja. Quizá pueda ser enojo, frustración, desengaño, depresión o confusión causados por alguna persona o situación. Es bueno y sano reconocer los sentimientos y emociones por los que estamos pasando en momentos difíciles.

2. Invocar la ayuda Divina del Espíritu Santo para que te ayude e ilumine a encontrar la “medicina” efectiva y precisa para el mal que te aqueja. Cuando uno se encuentra confundido, molesto, eufórico o desanimado por alguna situación, nuestra mente e inteligencia se nubla y nos impide ver y pensar con objetividad y sabiduría, por eso necesitamos de una ayuda extraordinaria y fuera de este mundo, la del Espíritu Santo que vive y actúa en nosotros, siempre y cuando lo dejemos y lo invoquemos, ya que siempre respeta nuestro libre albedrío.

3. Tomar la Biblia en tus manos y buscar, de preferencia en el Nuevo Testamento, un pasaje bíblico en el que Jesús está hablándole a la gente o enseñándoles a sus discípulos cómo vivir la voluntad de la fe y la esperanza en Dios. Quizá también te convenga primero buscar alguno de los Salmos que hablan de lo mismo que tú sientes. También puede ayudarte leer el pasaje evangélico de Mateo 11, 25-30: “En aquel tiempo Jesús dijo: ‘Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, nadie conoce al Hijo, sino el Padre, así como nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.”

4. Pensar y meditar que esas palabras que Jesús dirigió en aquel tiempo a las personas que le rodeaban, ahora te las dirige a ti para brindarte paz, seguridad y gozo espiritual. Te puede ayudar el pensar que Dios cuida de ti y quiere que tú seas feliz, sin importar si eres o no merecedor de su gracia y amor.

5. Eleva a Dios tu oración. Háblale de tus preocupaciones, de tus sentimientos, de tus frustraciones o penas por las que estás pasando y que no te permiten encontrar el camino a seguir o la paz que tanto anhelas. Y después de haberle contado todo tu sentimiento, resentimiento y tristeza ocasionados por distintas causas o personas, dile que te abandonas en sus manos, que sólo de Él esperas el sentido y alegría de vivir, de trabajar, de hacer cuanto realizas y de poseer cuanto tienes. Y no te olvides al final de darle las gracias y tratar de estar más en comunión y contacto con Él, pase lo que pase, porque Él es el único que siempre estará ahí, en cualquier lugar y momento para ti.