Oraciones para el mes de abril

Por María del Socorro Pérez Pérez , fsp

YO SOY EL BUEN PASTOR

 Jesús dijo a sus discípulos: ‹‹Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y la dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí  –como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre– y doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre».

A causa de estas palabras, se produjo una nueva división entre los discípulos.

Jn 10, 11-19

 

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La imagen del pastor bueno atrajo la atención de los primeros cristianos y prueba de ello lo vemos en una de las catacumbas donde solían reunirse las primeras comunidades cristianas.

Jesús hablaba a la gente de manera sencilla, de forma que todos pudieran entender y comprender la profundidad de su mensaje.

El pueblo judío estaba acostumbrado al pastoreo desde los tiempos de los Patriarcas, durante su estancia en Egipto y cuando entran a poseer la Tierra Prometida. Por eso ninguna imagen podía ser más apropiada para enseñarle al pueblo de Israel que Dios los cuida y protege como lo hace un buen pastor con sus ovejas. Obviamente que quien no ama a sus ovejas tampoco las va a cuidar ni mucho menos a conocerlas por su nombre, como nos conoce Jesús, el Buen Pastor. Esto es un motivo de que tengamos una inmensa alegría, de saber que tenemos un Pastor que está dispuesto a dar la vida por cada una de sus ovejas.

Sin embargo, ahí no terminan las buenas noticias de este pasaje evangélico, porque este Pastor no sólo se preocupa por las ovejas que están en el redil, sino por aquellas que andan en otros rebaños, quizá confundidas por otras ovejas o engañadas por falsos pastores para mantenerlas encerradas en su corral y “aumentar el número” de sus posesiones. Dice el Buen Pastor: Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. Esta afirmación de Jesús debe ser causa de mucha esperanza para nosotros, cuando de repente nos perdamos en la avalancha de las sociedades que no saben hacia donde caminan ni hacia qué final desastroso llegarán.

 PARA ORAR Y PRACTICAR

El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar. 

El me hace descansar en verdes praderas,

me conduce a las aguas tranquilas

y repara mis fuerzas;

me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre.

Aunque cruce por oscuras quebradas,

no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo:

tu vara y tu bastón me infunden confianza.

Tú preparas ante mí una mesa,

frente a mis enemigos;

unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu gracia me acompañan

a lo largo de mi vida;

y habitaré en la Casa del Señor,

por muy largo tiempo.

 Sal 23

 

PARA CRECER ESPIRITUALMENTE EN…

 LA PASCUA

Estimados amigos.

En este tiempo de Pascua, cincuenta días, tenemos la oportunidad de vivir paso a paso con Jesús Resucitado para afianzar nuestra fe, esperanza y amor en Él. Su Resurrección es la garantía de la nuestra y su triunfo sobre la muerte, el pecado y la tristeza son la razón para que vivamos confiados en su Misericordia, alegres en su triunfo sobre el mal y afianzados en la espera de su regreso de la Casa de su Padre Celestial, en donde nos habrá preparado un lugar, según lo ha prometido.

Les propongo algunos pasos que pueden ayudarles a celebrar este tiempo glorioso de Pascua.

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  1. INTENSIFICA LOS MOMENTOS DE ORACIÓN. Entra en tu cuarto y ahí, en lo secreto y en el silencio en donde está Dios, entabla una comunicación amistosa y reverente ante su presencia que lo llena todo, como el aire que respiras. Toma conciencia de su Presencia Resucitada que te envuelve y llena el espacio donde te encuentras. Más aún, siéntelo dentro de ti en cada palpitar de tu corazón. Has silencio dentro de ti y escucha su voz que te dice: “No temas, Soy Yo” “Dichos los que sin verme han creído en mí”.
  1. LEER LA PALABRA DE DIOS. Te recomiendo leer y meditar el evangelio de cada domingo de este tiempo de Pascua. El Espíritu Santo te ayudará a comprender y descubrir las enseñanzas del Señor Jesús y su identidad como Hijo de Dios, presente en medio de nosotros y victorioso sobre sus enemigos.
  1. CAMINAR DURANTE LOS CINCUENTA DÍAS DE PASCUA CON JESÚS RESUCITADO.

I. Domingo de Pascua. Jesús Resucita Jn 20, 1-9.

II. Domingo de Pascua. Jesús se aparece a los Apóstoles Jn 20, 19-31

III. Domingo de Pascua. Jesús el Buen Pescador Jn 21, 1-19

IV. Domingo de Pascua. Jesús el Buen Pastor Jn 10, 27-30.

V. Domingo de Pascua. Jesús el glorificado por el Padre Jn 13, 31-35

VI. Domingo de Pascua. Jesús el Rey de la Paz Jn 14, 23-29.

  1. PARTICIPAR A LAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS DOMINICALES. Si durante los cuarenta días de la Cuaresma nos preparamos con signos externos (Miércoles de Ceniza) para acompañar a Jesús por su camino de Pasión y Muerte en la Cruz, es justo que ahora lo acompañemos en estos Cincuenta días de Pascua recorriendo los lugares y personajes con los que se encuentra Jesús para probarle a sus apóstoles y discípulos que verdaderamente ha resucitado de entre los muertos. Si hemos sido solidarios en su dolor, seamos mucho más solidarios en su triunfo y Resurrección viviendo su misma alegría también con signos externos.
  1. IDENTIFICAR Y RECONOCER LA PRESENCIA DE JESÚS RESUCITADO EN NUESTRA VIDA DE CADA DÍA.

Jesús Resucitado se nos presenta en diversas formas en nuestra vida cotidiana y nos puede suceder como a María Magdalena cuando lo confundió con el jardinero fuera del sepulcro; como a los discípulos de Emaús, cuando regresaban a su pueblo tristes y desesperanzados; como al pescador que les indicó echar las redes una vez más y encontrarían gran cantidad de peces.

Que no nos pase como a Tomás, el apóstol incrédulo que necesitó de pruebas físicas para creer que Jesús había resucitado como se los había predicho.

Y tú, ¿cómo y dónde encuentras a Jesús resucitado en tu vida de cada día? ¿Has sido capaz de reconocerlo?