5 PASOS PARA CRECER ESPIRITUALMENTE EN RELACIÓN CON EL ESPIRITU SANTO

Espíritu Sto 2 (pq)

Para crecer en el Espíritu Santo, primero hay que conocerlo.

¿Quién es el Espíritu Santo? El Catecismo de la Iglesia Católica habla de la tercera Persona de la Santísima Trinidad que procede del Padre y del Hijo (No. 254). La Biblia dice que el Espíritu Santo es Dios y este hecho es visto claramente en muchas partes de la Escritura. En el Génesis, el autor de este libro, hablando del origen del mundo, dice: “El Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas” (Gen 1,2).

Si leemos la Biblia conoceremos la acción que el Espíritu ejerce en todo el camino que Dios hace con su pueblo y que es lo que se llama, la Historia de la Salvación. Muchos autores hablan acerca del Espíritu Santo siempre en relación con el Padre y el Hijo.

El Espíritu Santo es el gran desconocido para muchos de nosotros, los cristianos, y sin embargo, Él permanece cerca de nosotros. Cuando Jesús va ha ser crucificado dice a sus discípulos: “Yo les enviaré el Espíritu Santo y él los guiará y los sostendrá para que vayan y prediquen el Evangelio a todos los hombres.

El Espíritu Santo escudriña la mente humana: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios” (1ª. Cor 2,10).

 La voluntad del Espíritu Santo guía a los creyentes.

“Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciáramos el evangelio” (Hechos 16,10).

El Espíritu Santo habla.

El Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro” (Hech 8,29). El Jesus da el ESEspíritu santo nos habla, pero generalmente nosotros no escuchamos su voz, El nos inspira, buenos pensamientos, sentimientos, palabras y acciones. Si nosotros queremos actuar de una manera coherente, con lo que nos inspira o habla, necesitamos estar atentos a sus mociones.

Ya leímos lo que el Espíritu dijo a Felipe acercarse al carruaje donde va el eunuco, y él obedece la voz que sintió en su interior. El mundo nos ofrece otras voces, otras palabras, muchos ruidos… esto nos impide escuchar la voz del Espíritu Santo. Tenemos que pedir insistentemente la asistencia del Espíritu Santo en nuestras vidas, entrar en nuestro interior y percibir su voz.

El Espíritu Santo es amor.

San Pablo nos exhorta diciendo: “Pero les ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayuden orando a Dios por mí”” (Rom 15,30). El amor es uno de los dones que nos regala el Espíritu Santo. El amor de Jesucristo nos hace presente el “Espíritu Santo”. Jesucristo nos amó hasta el extremo, por eso cuando el muere dice: “No los dejaré huérfanos, les enviaré mi Espíritu como prueba del amor más grande”. Es este Espíritu que hizo capaces a los discípulos de Jesús de amar hasta dar la vida. Porque el amor da. Quien ama sabe dar y ser indulgente con los demás. “Ser misericordiosos como mi Padre es misericordioso”. El mundo contemporáneo está necesitado de amor, de ser escuchados. En ocasiones pareciera que hay más odio que amor en el mundo, por esta razón hay violencia. Jesús dice: este es mi mandamiento: “Que se amen unos a otros como los he amado Yo” (Jn 15,12).

El Espíritu Santo intercede en favor de nosotros.

Espíritu Sto 1El Espíritu Santo ora a favor de los creyentes. “De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues no sabemos pedir lo que nos conviene, no lo conocemos, pero Él mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. (Rom 8,26). ¿Qué hemos de pedir? Todo aquello que conviene para nuestra salvación. En los momentos difíciles cuando nuestra fe es débil, pidamos la fuerza del Espíritu Santo para robustecer nuestra vida espiritual.

Es el Espíritu Santo nos envía a anunciar la Buena Nueva. Leemos en el libro de los Hechos cuando  los Apóstoles reciben el Espíritu Santo prometido por Jesús, cómo actúa en ellos y los hace capaces de dar testimonio, los confirma en su fe y en su decisión de seguir anunciando el Evangelio (Hech 2, 1,4).

Pidamos al Espíritu Santo su luz, su gracia, su amor y una voluntad firme para conocerle y seguirle.

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