Entrada a la Felicidad

Resplamdor

Pero, ¿qué pasa? ¿Por qué los hombres no se detienen? ¿Por qué se sienten todos impulsados a avanzar? ¿No sería fácil entrar por esa puerta y ser felices? ¿Por qué muchos van tan ensimismados, tan metidos en las preocupaciones de sus negocios, que ni siquiera miran la puerta?

Sucede que la calle es como esas escaleras eléctricas que te hacen subir aún sin querer. Una vez metido allí, no se necesita esfuerzo, basta dejarse llevar. En cambio, ir al contrario es ir contra corriente, requiere esfuerzo, hay que cambiar la rutina de todos los días y caminar por sí mismo.

Se nos exige hacer cosas diferentes, pero en forma diferente, o bien las mismas cosas que hacemos todos los días, pero en forma diferente o con otras motivaciones.

Esto significa que, atravesar la puerta, supone un cambio.

02-cambioY es un hecho que para cambiar se necesita valor, se requiere un gran deseo de ser felices y una buena dosis de voluntad para dejar actitudes, hábitos y costumbres que hemos arrastrado durante muchos años.

Cambiar lo que ya hemos incorporado a nuestra vida nunca es fácil. En ocasiones supone una resolución violenta, dolorosa. Por eso muchas veces preferimos quedarnos sentados en una estéril mediocridad, porque nos da miedo o pereza lanzarnos a un cambio.

Y no pensamos que un cambio podría ser el principio de lo nuevo, de lo distinto, de la felicidad.

Pero sigamos con el tema de la puerta de la felicidad.

Quien se asoma por la puerta se percata de que no es la entrada a ninguna mansión o residencia. Contradictoriamente, es una puerta de “salida” más que de “entrada”.

En efecto, la puerta de la felicidad es una salida al campo abierto, al paisaje florido, al sol, a las nubes, al verdor y a la frescura. Pero también es salida al riesgo, a la inseguridad, a la intemperie.

Por eso hay muchos que después de asomarse retroceden, vuelven atrás y prefieren seguir por el camino rutinario donde se sienten seguros, por el camino conocido, libre de peligros. Pero no se dan cuenta de que en ese camino se alejan también de la alegría de vivir, del gozar de ser, de probar la plenitud y de llegar a la felicidad.

En esa puerta está abierta a todos, cualquiera que lo desee puede pasar, pero no traspone su umbral tan fácilmente. Ser feliz tiene su precio.

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No se puede entrar por allí llevando a cuesta egoísmos, rencores, intereses; ni tampoco se permite la entrada a aquellos que no están dispuestos a amar desinteresadamente y totalmente. No importa si el que quiere entrar es pobre, enfermo o si ha sufrido mucho. Para todos existe lo “posible” de una realización personal.

Por ello, al hablar de felicidad, no ignoramos aspectos fuertes de la vida ni circunstancias a menudo demasiado dolorosas por las que tiene que pasar la persona en algunas situaciones, pero que de ninguna manera son obstáculos para ser felices.

Más adelante veremos que también hay felicidades falsas, engañosas, pasajeras y fragmentarias. Veremos además que la felicidad, como muchas otras realidades, puede vivirse a distintos niveles o en diversas intensidades.

Pero lo importante y cierto es que la felicidad total es única, es plenitud que implica la vida, envuelve toda la persona, llena el corazón y compromete el ser entero hasta sus últimas consecuencias.

Quien haya entrado una vez por la puerta de la felicidad y haya probado lo que es la libertad, la alegría, el gozo, la aventura, la limpidez que se vive en ese paisaje sin caminos, nunca deseará volver a la calle rutinaria y sombría.

Quien haya probado una vez la auténtica felicidad, podrá distinguirla de todas las falsificaciones y no se conformará con ninguna apariencia.

Quien haya vivido una vez la felicidad verdadera, no se dejará engañar, volverá por ella, si por algún motivo se le hubiese perdido, como vuelve a la playa y al sol quien un día aprendió a gozar de sus encantos.

Allá, lejos del bullicio ensordecedor de la calle, lejos de las condiciones que ésta impone y lejos del egoísmo que atrapa a muchos con infinidad de pretextos, es posible encontrar, sin disfraz, la auténtica felicidad.

 HABLEMOS DE FELICIDAD

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Hablar de felicidad en un tiempo como el nuestro puede parecer una necedad, una miopía o tal vez hasta una locura.

Si abrimos el periódico ¿Qué leemos? Asesinatos, guerras, robos países en conflicto. Crímenes perfectamente organizados y a menudo perpetrados con lujo de terrorismo. Páginas les faltan a los periódicos para reseñar las fechorías que se cometen a diario.

Tristemente constatamos que ya no se respeta nada.

Por todas partes oímos de chantajes, secuestros, extorsiones y se habla hasta la saciedad de países fuertes que se aprovechan de la necesidad de los demás débiles.

No será muy fácil, ciertamente, pero permíteme intentarlo.

Vamos a ver si a través de éstas páginas logramos clarificar un poquito de dónde procede ese anhelo que bulle en todos los corazones, que hace de cada ser humano un buscador eterno de felicidad.

Vamos a precisar algunos conceptos para ver si podemos encender un rayo de esperanza para nuestro mundo.

Hay muchos que sufren todavía porque el deseo de ser felices se debate prisionero en su ser, sin encontrar camino de realización.

Vamos a decirles a estas personas que no todo está perdido, que todavía es posible encontrar el camino de la felicidad y empezar, por esa ruta, a avanzar y a vivir

La felicidad supera nuestras ambiciones, es mayor que nuestro corazón y más grande que los sufrimientos y contratiempos de la vida.

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