Oraciones para el mes de marzo

EL MÁXIMO MANDAMIENTO

Por María del Socorro Pérez Pérez , fsp.

Se adelantó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Jesús le contestó: «El primer mandamiento es: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es un único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas”. Y después viene este otro: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay ningún mandamiento más importante que éstos.»

El maestro de la Ley le contestó: «Has hablado muy bien, Maestro; tienes razón cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todas las víctimas y sacrificios.»

Jesús vio que ésta era respuesta sabia y le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y después de esto, nadie más se atrevió a hacerle nuevas preguntas. Mc 12, 28-34

Nos encontramos ante el Mandamiento por excelencia, el Mandamiento de los mandamientos: amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas, y al prójimo como a sí mismo. Esta es la respuesta que Jesús corrobora a un maestro de la ley. No hay otro camino ni opción que pueda llevarnos hacia el Reino de Dios, a la plena y verdadera felicidad en este mundo, y a la sana y justa convivencia entre los seres humanos.

 PARA ORAR Y PRACTICAR

El amor es paciente, es servicial;

el amor no es envidioso, no hace alarde,

no se envanece, no procede con bajeza,

no busca su propio interés, no se irrita,

no tienen en cuenta el mal recibido,

no se alegra de la injusticia,

sino que se regocija con la verdad.

El amor todo lo disculpa, todo lo cree,

todo lo espera, todo lo soporta.

El amor no pasará jamás.

 I Cor 13, 4-8 

CINCO PASOS PARA CRECER ESPIRITUALMENTE EN…                                                                                                                                           LA SEMANA SANTA

 

Hemos llegado al final del tiempo cuaresmal y estamos en la Semana Mayor, en la que comúnmente solemos intensificar nuestra preparación para celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, y de esta manera, entrar en el tiempo especial y glorioso del triunfo de Jesús sobre la muerte y el pecado, LA PASCUA.

A continuación comparto con ustedes cinco pasos que pueden ayudarnos a vivir con mayor profundidad espiritual la Semana Santa y estar en sintonía con el Hijo de Dios que quiso entregar su vida por amor para que fuésemos salvados.

  • 5 pasosINTENSIFICAR LOS MOMENTOS DE ORACIÓN. Si por lo general dedicas un tiempo particular para orar, te recomiendo que dobles ese tiempo para estar en la Presencia de Dios en el lugar que tú consideres oportuno y que te ayuda a centrar todo tu ser: mente, voluntad y corazón, en el Dios que te ofrece su amor y su gracia abundante. Si eres de las personas que nunca reserva espacio para orar y agradecer a Dios por tantos regalos y dones que cada día te manifiesta, entonces te invito a que apartes cada día de esta semana al menos una media hora y simplemente le digas que estás ahí para escucharlo y atenderlo dentro de tu ser. Y si tuvieras o te dieras la oportunidad de dedicar todo un día o medio día a retirarte en la soledad y meditar sobre todo cuanto dijo, hizo y padeció el Hijo de Dios por ti y por cada ser humano que venimos a este mundo, será más provechoso para tu vida espiritual y tu relación con Dios.

 

  • 1 bLEER LA PALABRA DE DIOS. Nada mejor para entrar en la presencia de Dios y estar en sintonía con Él que el leer, meditar y reflexionar su Palabra. Te recomiendo sobre todo los capítulos de los pasajes evangélicos que nos narran la Última Cena de Jesús con sus discípulos, la traición y el abandono de los apóstoles de Jesús, el prendimiento y los azotes que recibió, el juicio injusto y las calumnias a las que fue sometido antes de ser condenado a la muerte en cruz, el camino hacia el Calvario cargando la cruz, la crucifixión y las Siete Palabras que dijo durante su permanencia en la cruz, su muerte y sepultura, el dolor de su madre la Virgen María y la presencia del apóstol Juan, el único que estuvo presente, y de las mujeres que lo acompañaron durante su pasión, muerte y sepultura.

 

  • CONTEMPLAR LA IMAGEN DE JESÚS CRUCIFICADO. Mucho te puede ayudar el estar ante una imagen exterior o interior de Jesús Crucificado, 1 dy meditar los motivos del por qué está ahí, con los brazos abiertos clavado en la cruz como diciéndote: “Ven, hijo (a), mío (a), mira cómo estoy a causa del inmenso amor que te tengo y porque te quiero cerca de mí en la vida eterna junto a mi Padre Celestial y el Espíritu de Amor”. Te aseguro que Dios, mediante el Espíritu Santo, te iluminará y ayudará a contemplar y sentir su presencia amorosa y despertará diversas emociones y sentimientos que te harán más solidario y cercano con Jesucristo y con aquellos que sufren a causa de las injusticias y los pecados de la humanidad.
  • 1 ePARTICIPAR EN LAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS. Ciertamente que el sólo pensar en ir a cualquiera de los templos católicos para asistir a las celebraciones propias del Triduo Pascual, pueden venirnos las ganas o la idea de que es mejor ir en otra ocasión por los tumultos de gente
    que acuden en estos días para participar en los oficios de los días santos. Sin embargo, también puede ayudarnos el pensar que toda esa gente reunida en torno al altar para celebrar, vivir y acompañar a Jesús de Nazaret los últimos días de su presencia visible en este mundo. Pensemos que al celebrar el jueves santo la Última Cena, es Él quien nos ha invitado para darnos como alimento de vida eterna su mismo Cuerpo y Sangre; que al asistir a la celebración de su Pasión y Muerte el viernes santo, nos hacemos solidarios con él y lo acompañamos en sus últimos momentos de vida como lo acompañaron su Madre, su fiel apóstol Juan y las mujeres que estuvieron acompañándolo en todo momento; y finalmente, la Noche de Pascua o el Domingo de Resurrección, para alegrarnos y celebrar con Él su Resurrección, su triunfo glorioso sobre todo mal y la muerte eterna, que es garantía de nuestra resurrección.

 

  • RECONCILIARSE CON DIOS, CON EL PRÓJIMO Y CONSIGO MISMO. Aprovechando que estamos en el Año de la Misericordia, 1 fsería de mucho provecho acercarnos al sacramento de la Reconciliación para pedir humildemente a Dios el perdón de todos nuestros pecados. El reconciliarse con quien necesitemos hacerlo nos ayudará mucho a recorrer y avanzar en nuestro camino espiritual además de estrechar los lazos fraternos y de amistad con nuestro prójimo y a sentirnos en la paz interior y el gozo espiritual con nosotros mismos. Si en esta Semana Santa buscamos de reconciliarnos por lo menos con alguna persona por amor a Dios, a nosotros mismos y a esa persona porque Dios la ama como nos ama a cada uno de nosotros, seguramente daremos un paso muy adelante en nuestro crecimiento espiritual y en nuestro caminar hacia Cristo Resucitado y presente en nuestra historia.

Les invito a tenernos presentes en la oración durante esta Semana Santa para lograr nuestra conversión a Dios y lleguemos a celebrar juntos la alegría de la Pascua.