5 minutos de camino a la Felicidad

 Por María Belén Sánchez, fsp

LOS CONTRASTES DE LA FELICIDAD

03-cambioCon mucha frecuencia sucede que analizamos un aspecto de la vida y sacamos muy valiosas conclusiones. Luego, damos la vuelta a la moneda y encontramos otros conceptos totalmente diversos, casi contradictorios, pero también muy válidos. Así sucede al estudiar el tema de la felicidad.

Los contrastes nos persiguen, quieren confundirnos hasta hacernos perder la pista. Por eso creo que lo mejor es enfrentarse a ellos y tratar de negociar para ver si podemos aceptarlos así como se presentan, o si hay que desmenuzarlos para que se desintegren.

Analicemos estos contrastes:

La felicidad es gratuita y se nos da a muy alto precio

Decimos que la felicidad es gratuita y que hay que dar por ella un elevado precio a cambio de poseerla; decimos que se nos da incondicionalmente y también que tenemos que conquistarla. ¿Cuál es la realidad? Las dos.

Efectivamente, la felicidad se nos da gratuitamente, sin condiciones, pero a la vez compromete, y el gozo es proporcional a la calidad de adhesión con que cada uno acepte dicho compromiso.

La felicidad está allí, al alcance de la mano, es gratuita, pero si no vamos por ella nadie nos la traerá. No nos caerá de los cielos, ni la encontraremos servida al llegar a la mesa. Tenemos que hacerla, cada uno con las propias manos.

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¿Es individual o colectiva?

Ya hemos hablado de este doble aspecto. La felicidad es de cada uno. Nadie puede ser feliz por los demás y nadie puede ser feliz a solas, ni guardar la propia felicidad. Más aún, la felicidad más plena que podemos gozar, es la que compartimos con los demás.

La felicidad ¿da o quita?

Con la felicidad encontramos todo lo mejor; ella colma nuestros más grandes anhelos y, teniéndola a ella, nada nos falta ni nada podemos pedir. Sin embargo, para ser feliz, es preciso despojarse, exponerse, vivir en el más absoluto desinterés y en la mayor entrega.

El que quiere ser verdaderamente feliz debe estar dispuesto a quedarse a la intemperie, volverse vulnerable y permanecer indefenso; tiene que decidirse a amar y, en último término, amar significa “dar” y “darse”.

La felicidad ¿es paz o intranquilidad?

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La felicidad trae consigo infinita paz al corazón, pero de ninguna manera es pasivismo. Al mismo tiempo da tranquilidad, pero a la vez, no deja a nadie tranquilo.

En seguida que llega, la felicidad invita al riesgo de “ser”, impulsa a aprender un quehacer, a menudo fatigoso, y conduce a la tremenda aventura del amor.

¿Es visible ó invisible?

Nunca veremos la felicidad expuesta en ninguna vitrina, nunca la hallaremos a la venta en ninguna tienda. Dos personas, una feliz y la otra infeliz, cruzarán por nuestro camino y en nada se diferencian a simple vista. No obstante, podemos afirmar que la felicidad sí se ve: la hemos visto en los rostros, en la ternura, en la mirada que la irradia, muchas veces la hemos visto encarnada en la vida de personas felices.

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Siempre la felicidad tiene un rostro humano. Es el único lugar donde podemos reconocerla. Nunca en las teorías, siempre en la vida.

¿Es la felicidad alegría sin identificarse con ella?

En la felicidad encontramos siempre una alegría superior a todo lo que podemos imaginar; tan es así que a veces tendemos a identificarlas como si alegría y felicidad fueran la misma cosa.

No obstante, aquellos que buscan la alegría por sí misma se alejan de la felicidad. En el ruidoso esplendor de una fiestea, en la música inacabable, entre los amigos bien puede encontrarse poco o mucho de alegría, pero no siempre de felicidad.

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