“LOS 5 PRINCIPIOS DEL MISIONERO”

Por Gonzalo López Castro

DEL EVANGELIO DE MARCOS 10, 46-52

Paso 1

Recogimiento.

Me pongo ante la presencia del Señor en un lugar sin distracciones y en el silencio interior y exterior. Me dispongo y me preparo para recibir la Palabra que Dios me regala para alimentar mi fe, mi esperanza y mi amor.

Paso 2

Invocación al Espíritu Santo.

Santo Espíritu Divino.

Ven en mi ayuda para que abra mi mente

la Palabra de Dios

y pueda comprender la verdad;

sana mi corazón para que

 deseche todo sentimiento

que sea contrario a la amor y a la misericordia;

sana mi voluntad para que mis acciones

sean de bondad, perdón y comprensión.

Amén.

Paso 3

Jesús Maestro Verdad, para mi mente

Del santo Evangelio según san Marcos 10,46-52

Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Bartimeo, un mendigo ciego– estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: « ¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!».  Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: « ¡Hijo de David, ten piedad de mí!». Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo». Entonces llamaron al ciego y le dijeron: « ¡Animo, levántate! Él te llama». Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. Jesús le preguntó: « ¿Qué quieres que haga por ti? Él le respondió: «Maestro, que yo pueda ver». Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.

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Reflexión: 

El evangelio de hoy nos invita a la oración, a volver nuestra mirada a Aquel que sabe mejor que nosotros lo que necesitamos; a confiar en Él, sostén de nuestras esperanzas y alivio de nuestras necesidades.

Todo necesitado requiere primero reconocer su misma necesidad, abrazando para ello la humildad, para entonces dirigir su mente y su voluntad a Dios, único Bien y remediador. Vemos para ello que Bartimeo, al oír que el que pasaba frente a él era Jesús el Nazareno, reconoce pues en El al Maestro, al Señor, al que puede aliviarle, por lo que grita: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”.

Cuando nosotros pedimos a Dios, necesitamos paciencia para recibir una respuesta, incluso para recibirla no según nuestros gustos, sino según la providentísima sabiduría de Dios. No según lo que creemos que necesitamos, sino conforme a lo que Dios sabe perfectamente que necesitamos…Y necesitamos pedirle, pues, perseverando insistentemente en ello, a pesar de que conoce muy bien nuestras necesidades; porque en el pedir hay humildad, que significa reconocer nuestra propia indigencia, y gracias a ello, granjearnos la amorosa y paternal consideración de Dios.  No nos creemos autosuficientes. El ciego Bartimeo, contrario a nuestros desánimos, volvía a gritar insistentemente: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”, muy a pesar que se lo reprendían.

Finalmente, contemplemos al Amor, es decir, a Jesús, en una bella expresión de amor lo escuchamos preguntar: “¿Qué quieres que haga por ti? Y nuestro personaje, lejos de banalidades, le expresa su necesidad: “Maestro, que pueda ver”… Bartimeo recobra la vista, pero esto ya no es lo más importante para él, porque recordemos que, cuando el Señor sana, lo hace total y profundamente, tanto en lo físico como en lo espiritual y Bartímeo estaba completamente sano. ¿Qué médico es mejor que Jesús?…

Paso 4

Jesús Maestro Camino para mi voluntad.

Para revisar mis acciones a la luz de la Palabra de Dios, me pregunto:

¿Qué dice el texto?

¿Qué me dice en particular este pasaje del ciego curado por Jesús?

¿Cuáles son mis cegueras que me impiden ver la verdad como la ve Jesús?

En mi forma de vivir la fe, ¿soy como Pedro o como Bartimeo?

En un momento de oración interior verifica ese mensaje con tu vida, examina todo y quédate con lo bueno, y lo que debas mejorar, pídelo al Señor con humildad y fe, que Él sin duda obrará el milagro en ti.

Paso 5

Jesús Maestro Vida para mi corazón.

Con un corazón agradecido a Dios por haberte regalado su Palabra de Vida y de Verdad, dirígete a Él con una oración semejante a la siguiente o con tus propias palabras.03 1

Oración de acción de gracias

Gracias, Jesús Maestro,

por regalarme tus palabras que iluminan mi ceguera

y puedo caminar a la luz de tu Verdad.

Gracias por enseñarme que todo

cuanto se pida con fe y humildad

Tú lo concederás si es para nuestro bien.

Gracias por la lección que me das

a través de la insistencia

del ciego que te llama

y sin importarle el qué dirán

ni los reproches que recibe de quienes

debieran animarlo y ayudarlo

para acercarse a Ti.