Oración

Al  encuentro con Dios que nos abre el corazón, que nos llena de paz, a ese momento que en que somos realmente nosotros mismos; en donde Él que es infinito e incontenible, puede habitar en mí, ser finito y limitado; al camino donde vamos descubriendo, quien es Dios y al mismo tiempo quienes somos nosotros, se llama Oración y es tan importante que  estamos llamados a que nuestra vida sea una oración.

La oración  se puede dividir en tres partes:

 La oración es un encuentro con uno mismo. Par encontrar a Dios es necesario un nivel de conciencia del yo, es decir, cuantas ocasiones cuando estamos en oración nuestros pensamientos vagan. Es como cuando alguien nos va a visitar a nuestra casa y nosotros simplemente no estamos, incluso  ni para nosotros mismos.

Es importante que dentro de la oración, se de pauta a este conocimiento personal, que descubramos nuestras necesidades, nos escuchemos. Para escuchara Dios y a las personas, es primero necesario, saber escucharnos a nosotros mismos.

 La oración es un encuentro con Dios. Esta parte, en lo particular siempre me a llamado la atención, puesto que en ocasiones nos hemos fabricado un Dios a nuestra imagen y semejanza, en vez ser hombres a imagen y semejanza del verdadero Dios.

Es por eso que es muy importante la meditación de los Evangelios, ya que en ellos encontramos las grandes riquezas y enseñanzas de Jesús, imagen viva del Dios verdadero y cumplimiento de todas las promesas hechas en el Antiguo testamento.

 La oración es diálogo con Dios. He aquí la cumbre de nuestra oración, el diálogo con el Amado. Esta parte me recuerda una de las más hermosas frases de santa Teresa: “No le digo nada, sólo lo amo”. Existen bellas oraciones ya hechas que nos ayudaran mucho, pero no debemos olvidar la oración que brota del corazón. Del corazón que se siente amado, que ha tenido un encuentro consigo mismo y por consiguiente con Dios. Dios y el espíritu  ya saben que pedir de antemano, pero a nosotros nos ayuda a concientizarnos, cuando hablamos de una manera libre, sin máscara alguna frente a quien sondea los latidos del  corazón.